CUANTO trecho he vagado
y cuanta huella sin memoria.
-cómo hiede el silencio-
Descalcé sandalias,
cubrí mi tez con capirote
alzando el trono en procesión.
-luna tras luna-
¡Mirad el prado...!
Es yermo, por él deambulan ratas
¿El manto de la niebla, las oculta?
Escupe muerte un río innavegable
con sangre en sus orillas,
flota el pez y vuela el ave con alas de metal
-humo de Paz en el combate-
Y me repliego...
Viene luz en mi acogida
mientras se labran los cincuenta en surco.
Abriga el amor y en él me arropo
tentado la saeta
para atraer compases de un tiempo por venir de miel y afeite
¿Tan solo alguna noche deja de padecer el alma?
Hoy sigo penitente...
Una lágrima orbital en el infierno.
Muchas gracias por compartir, este escrito. Abrazos!!
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