jueves, 27 de octubre de 2011

TROCHA.-Por René Char

La colina a la que ha servido bien desciende torrencialmente por su espalda. Las lenguas pobres lo saludan; los mulos del prado le hacen fiestas. La faz rosa de la huella vuelve dos veces hacia él la onda de su espejo.La maldad duerme.Ya es él tal como se soñaba.

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