I. KOUZGOUNDJOUK
Cuando se trabaja en Beykoz,
uno debería vivir allí.
Per Kouzgoundjouk es un lugar encantador,
y la dueña de la pensión
y su hija Raquel
preparan una confitura de rosas admirable...
En el marco del espejo, una tarjeta postal:
el paisaje de la ciudad de Niza,
una silla, una cama, una consola...
Las ventanas daban sobre el mar...
Al sol, en el cielo raso, los reflejos del agua,
y durante la noche pasaban sombríos buques de carga
que se alejaban,
dejando a usted solo y desarmado...
El cuarto de Sélime era espacioso y claro.
En el baldío terreno contiguo
pañoletas estampadas se secaban, rojas, al sol.
A la derecha
la quinta de Djevdet Pachá.
En la quinta, un pavo real
y la señora Mebrouré.
Vestida con ropaje de tafetán,
la señora Mebrouré era muy vieja
y sus ojos azules ya no veían más.
La señora Mebrouré confeccionaba encajes,
despertaba, elaboraba una rosa blanca,
volvía a dormirse, y la rosa se deshacía...
En la quinta de pasión Djevdet Pachá,
la señora Mebrouré
era bella y muy olvidada...
Cuando se trabaja en Beykoz,
uno debería vivir allí.
Pero Kouzgoundjouk es un lugar encantador,
y Sélime escuchaba ahí al atardecer
los gritos de los niños,
que, desnudos como peces sin escamas,
se arrojaban del terreno baldío donde secaban
pañoletas
a la conquista del mundo...
martes, 8 de noviembre de 2011
KOUZGOUNDJOUK.- Por Nazim Hokmet
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