martes, 20 de diciembre de 2011

POEMA DE JOSÉ MARÍA PINILLA DEDICADO A IGNACIO BELLIDO




A Ignacio Bellido, poeta
 
  "Soy Ignacio Bellido, y soy poeta”, me dijo
entre susurros una tarde. También me consta,
que a bordo del navío, fue psiquiatra
y hoy, en la literatura tiene el cobijo de sus gotas de agua
y sus campanas.

A veces me insinúa,
que hay que ser respetuoso con el azar y con la muerte,
con el mito de Bronwyn de Cirlot, y su amada
—la que renace siempre de las aguas—,
y me lee sonetos de Shakespeare en versión original
—por supuesto en inglés—
y me habla de cuando estuvo con Pessoa en Portugal,
de aminoácidos y proteínas,
mientras apura su plato de lentejas con esmero
para fortalecer el ADN de su barba blanca,
como una indulgencia o una jaculatoria,
como si vestirse cada mañana
supusiera cometer un adulterio, y arrojar al mar
los residuos radiactivos de la aurora.

También me lee a John Ashbery, y me cuenta sus periplos,
su estancia en Nueva York,
y como el invierno se parece a la noche
y el adiós al olvido.

Y dice que nació en Salamanca, y pretende
conjurar su memoria con el cero, mientras galante,
enamora lunas, me cuenta su viaje a Baden-Baden
y sigue hablando de lentejas, de tomillo, de pimiento verde.

Ayer, en el Ateneo, del que me hice socio
por petición del poeta, le dije: ¿Por qué tan serio Ignacio?
[i]Estoy admirando[/i] —me respondió— una fotografía del poeta Yeats
en su profunda metafísica,
gafas condecoradas en lo intemporal
y gesto de "darse cuenta" de lo que el resto ignoramos.


Ante tan sabias premisas, sólo me queda
retomar sus “Crepúsculos Involuntarios”,
rezar a su árboles,
disfrazarme de luz
y esperar que el cielo acuda.

 

 



1 comentario: