miércoles, 14 de diciembre de 2011

VEGA CEREZO:SU VIVIR SOÑADO.-Por José Martín Barrigós

VEGA CEREZO: SU VIVIR SOÑADO
Un soplo alterno, leve
me entrega ese tesoro
exactamente el ritmo
de tu vivir soñado.
Luis Cernuda
Que no se engañe nadie, no
es una sirena,
ni está dormida, no. Pasa
que cuando sueña
y escribe versos sobre las paredes
                                                       de su dormitorio
se le olvida quien es
                                  y hasta su nombre, ebria de sal,
porque ese mar que evoca, informe y hondo,
está siempre detrás
del oleaje de sus ensoñaciones.
Pero yo sé
que su esencia y raices son las de la natura vegetal
del más fertil trigal, viña o vergel
con mollares entrañas maternales,
fecundas y amorosas,
en premanente trémulo
de un latir de cosechas candeales, maduradas al sol
que ha dibujado en el cuaderno de primaria
de su autobiografia.
Amarillo y burlon,
lo pinta,
              con rayas y con rayos,
para dorar el mar de mieses que serán pan
aun salpicado de amapolas y las azules risas
de las correhuelas.
Yo la conozco
                        y sé
que indomita y silvestre, ella
se quiere libre hasta de sí y de su prosapia,
y, por demás, del ensimismamiento preterido,
para estar disponible y hecha hogaza
que se parte y reparte, dádiva rediviva
bien donada,
en su don de ebriedad delicuescente.
Es tierra de labor, tempero puro,
pero ocurre que cuando el soplo de la inspiracion
                                                                               la aventa,
la tritura y transmuta,
hasta diluir sus grumos terrenales,
la deshace y re-crea en un etéreo humor
de inmensidad azul inenarrable
fácil de confundir con el mar de su ensueño
en el que nada cuando vuela
y cree que nos salpica con su risa y su son tan entero y sonoro.
Luego sueña
en verdad
y cuando sueña
renace mitad pez y mitad hembra
(unas veces la mitad de arriba
para respirar la burbujas de libertad del agua,
otras la mitad de abajo
para dejarse fecundar por el plancton nutricio de las náyades),
en resumen,
no quiere ser de nadie. Se atomiza
en una grácil y límpida poética versal
cuya emocion retumba como un trueno
                                                             cuando suspira
para reverdecer el bravio de la rumia de la rutina ruin,
a la sazón y casi siempre, insípida
como los besos protocolarios
de entre los sub-secretarios de la UE en la TV.
A la pregunta de quién digo que es, en conclusión,
respondo: unas veces Zoé
y las más Alfonsina,
en su pasión ferviente
como el desperezarse de las prímulas
en el jardin de las Espérides, imprevisible
música, tal cual ella la inventa y la interpreta.
Hay que quererla así, indómita
y (presunta) sirena
en duermevela.
 Y, como Ulises, yo
 entregado al hechizo de su canto.

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