martes, 29 de mayo de 2012

EN LA PENUMBRA DE CUARESMA.Por Carmen Gómez Ojea



En los versos de todos los poetas han crecido las

flores.

Mis poemas son tierra negra pisoteada por caballos

hunos.

Criaturas malsanas viven bajo ella, despedazándose

feroces y ciegas,

insectos y criptógamas se matan guerreando en mis

palabras

que odian la dulzura,

porque después de los campos de exterminio,

del regreso de los mortales nazis

acéfalos de cráneos pelados,

asesinos de pobres,

de las bosnias violadas,

de los niños que revientan de hambre y de sed en

Somalia,

de los opulentos que fallecen de sobredosis de colesterol,

hierba de Nicot, alcohol y exceso de proteínas,

después del llanto de israelíes judías, isralíes

palestinas

por los hijos de su dolor, todos muertos,

después de esa verdad terrible de que los huracanes,

las aguas iracundas y la tierra airada

sólo son verdugos de los parias y sus miserables

enseres,

escribir debe ser un acto subversivo,

y la poesía, una flor de cuchillo

que impida el escándalo repulsivo

del nacimiento de las rosas.

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