En los versos de todos los poetas han crecido las
flores.
Mis poemas son tierra negra pisoteada por caballos
hunos.
Criaturas malsanas viven bajo ella, despedazándose
feroces y ciegas,
insectos y criptógamas se matan guerreando en mis
palabras
que odian la dulzura,
porque después de los campos de exterminio,
del regreso de los mortales nazis
acéfalos de cráneos pelados,
asesinos de pobres,
de las bosnias violadas,
de los niños que revientan de hambre y de sed en
Somalia,
de los opulentos que fallecen de sobredosis de colesterol,
hierba de Nicot, alcohol y exceso de proteínas,
después del llanto de israelíes judías, isralíes
palestinas
por los hijos de su dolor, todos muertos,
después de esa verdad terrible de que los huracanes,
las aguas iracundas y la tierra airada
sólo son verdugos de los parias y sus miserables
enseres,
escribir debe ser un acto subversivo,
y la poesía, una flor de cuchillo
que impida el escándalo repulsivo
del nacimiento de las rosas.
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