Un tremor de laberintos me arrebata los labios,
miedo al vértice y al rocío,
tapia enmohecida que aprisiona mi letra
y mi garganta
En el teclado del viento siento el roce de tus dedos
coordinando las pausas de los días
que, como velero de hierro inanimado,
se hunden en la preñez nonata de mi océano
Del estrecho fiordo que reúne mis senos
ya no bebo sudor ni aroma ni arrebato,
sólo cauce de riachuelo estéril
dibujando mi cuerpo sobre el perfil de un verso
Aprender del cardo la lección del beso
que perfora el aire, sin lamento;
Redimirme del caos de tu cuerpo
como loba que olvida el plenilunio;
e inventarme el infinito hasta morir
con sólo oler del silencio
el tabaco de tu sombra.
Norma Duch Roveri
13Sep.2011
Ignacio, mis versos y mi sentir agradecen estar aquí. Un honor compartir con los poetas que acuden a este espacio.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Norma
Asfixia
ResponderEliminarde garganta angosta
se erige
un momento en el aire.
Busca
su canto verdadero.
Besos, Norma
lu
Luia, disculpa la demora en llegar a compartir ... gracias por complementar con tus hermosos versos... sí, a veces la asfixia dura demasiado, pero el verso es oxigeno puro.
ResponderEliminarBesos,
Norma
Gracias Norma y Luia por vuestro estar poético en este espacio y por comentar.
ResponderEliminarUn abrazo a las dos