Lo cierto es que la vida se toma sus licencias
y nos conquista o nos abate.
Suyo es el misterio,
nuestro tramo es el alma.
La lluvia anida en los ojos,
el gesto muere en el espejo,
la piel se seca de tanta sal.
Nos queda una ventana,
algunas hebras de sol
y una sonrisa limpia,
repitiendo la memoria,
al grito de seguir
golpea silvestre en el pecho.
Gracias, Ignacio, por el corazón de la amistad. Un abrazo grande
ResponderEliminarGracias a ti Lu por tu poema,y por permitirlo en este espacio.
ResponderEliminar