El arrebato del alba está
violando al cendal de la aurora.
Regatos
de claror, surten el caudal
de luz
flamante que se filtra a raudales
por entre las encinas, camino de Ledesma.
El universo
tímorato se desnuda para abismarse
en la ensenada de un nuevo día
de agosto
que se empina y nos reta.
(Comienza ya a ser siempre)
Declaman las alondras
en los rastrojos
centenarios
del centeno
un bisbiseo remoto, patente profecia
infalible de ser hoy
la fecha del destierro.
Hay signos. Hay augurios.
Escrito está,
en aire, el alegato.
Te salvará la campana académica
por el hechizo de la sabiduría,
palanca
para mover el mundo y sus antípodas:
Salamanca
suprema equidistancia en la esfera armilar
y el amuleto prístino de los anacronismos
y el teatro
del mundo. ¡Salve!
Aquí
se forjó la peripecia.
Aquí
el agobio y la dicha.
Aquí
el principio de la fecundidad
y el sello indeleble
de las bridas.
Y, por anadidura, siempre buscando
la salida.
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