martes, 29 de noviembre de 2011

EL POETA CANSADO.-Por Roberto Cantele




cuando un poeta
escribe un poema
queda cansado
antes de Cristo
queda cansado
después de Cristo
agotado
sin irse a acostar por las noches
ni a lavar su conciencia por los días
se queda mutis
por el foro que cree poseer
y ahí está
la razón de su amargura
el leit motiv de su actuar
porque no confundir
severidad
con sinceridad
el poeta clavicordio
escribe sus coplas
encima de su más grande árbol
y su conciente lo tala
como tala Lucifer
las tentaciones del monje en el desierto
y el hombre de camisa negra
porque los poetas
suelen vestirse de luto
escribe y escribe
y mira por su ventana
hacia el poniente
como buscando algo
como queriendo encontrar a alguien
y vuelve a escribir
y vuelve a indagar
y pone el punto final
y se mira las manos
como culpándolas
de algo que ellas no sabían que hacían
pero que hicieron
igual como un asesino arrepentido
se mira las manos manchadas con sangre
y el poeta sigue mirándose las manos
y las manos no entienden nada
y el poeta tampoco entiende nada
y se para, mi amor,
y sale a caminar
para espantar algo
que ni él mismo sabe qué es
y sin darse cuenta
empieza a apurar su paso
y no se percata
que ha empezado a correr
cada vez más rápido
y los transeúntes
cuando lo ven corriendo
lo miran
y se toman los bolsillos –los hombres-
y sujetan su cartera –las mujeres-
y el poeta ya no sabe ni cómo se llama
ni dónde está
ni por qué corre como un enajenado
sólo corre velozmente
agitando los brazos al cielo
y mientras corre
parece un veloz esquizofrénico
arrancando de los malditos enfermeros
corre sin respetar semáforos
atraviesa las calles
temerariamente
los automóviles lo insultan
cuando casi es atropellado
pero el agotamiento comienza a invadirlo
y del correr pasa a un trote
y del trote a un caminar
y del caminar a un arrastrarse
y se deja caer en cualquier parte
en medio de la acera
queda tendido
y la gente hace como que no lo ve
pasan sobre su cuerpo
los niños lo miran asustados
los mendigos le tiran escupitajos
y la vida continúa, mi amor,
la vida sigue
y el poeta estará tendido
en el suelo
hasta que una chispa divina
le encienda la mente
abra un ojo
y crea que es hora
de hacer un nuevo poema

2 comentarios:

  1. Los poetas sois, ciertamente gente rara pero seguir asi. Un saludo

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  2. los poetas dais miedo pero también dais morbo a los lectores. Un saludo

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