Como enanos y monos en la orla
de una tapicería en la que tú no campabas
borracho, persiguiendo jovencitas...
O como fieles, asistentes
-mientras nos encantabas-
al sacrificio de la fama
de tu exceso de ser inteligente,
eramos todos para ti. Trabajos
de seducción perdidos fue tu vida.
Y tus buenos poemas, añagazas
de fin de juerga, para retenernos.
Admiro mucho la poesía de Jaime Gil de Biedma y me ha gustado mucho encontrar un poema suyo en tu blog, Ignacio.
ResponderEliminarUn abrazo