nunca la lucha
cualquier fruta, cualquier mar y parronal
cualquier mimo con bronconeumonía
puede hacerme bien en esta noche
en que los niños temen demasiado a sus padres masculinos
han dicho los que saben
que entre los pliegues azules
que algunos vemos en el viento norte de la tarde
hay verdades que ya no están
las verdades esenciales YA NO ESTÁN
o tal vez están
pero están ocultas
pues no hay que olvidar
que hay sitios en el medio del ozono
que están siendo agujereados con calambres
entonces nada valdrá ya la pena, ¿es que no lo entiendes?
estamos por empezar a ver
los trucos de cadmio que el tiempo
ha envasado con tanta devoción
(toma tu cartón de vino
y elabora una carta magna
así, sin avisarle a nadie
lúcete con una nueva constitución)
y no podremos hacer nada, serán demasiados
los ojos vidriosos que nos vigilarán
los videntes pronto serán
Los nuevos vagabundos
los nuevos
elegidos
y entre la divina matanza
nos veremos tomados de la mano
sobre nubes de celofán y macramé
los padres y las madres y los abuelos
detrás de nosotros
los hijos, las hijas, las mascotas
delante de nosotros
el bien, el mal, la omisión
adentro de los oídos
luchando
siempre luchando
por volverse a ver en uno mismo
y es por eso
que estamos cansados
quizás es por eso
que hablamos de la muerte
amando tanto la vida
y a la vez le arrancamos
trozos de piel a nuestros recuerdos
con el único y sagrado fin
de volver alguna vez
a estas calles de tierra
a estos tranques oscuros
repletos de álamos y gnomos
volver a sentir el abrazo obrero
de una corriente de aire demente y sin sentido
como aquel día
en que juraste a los siete vientos
que todo en tu vida fue una coincidencia
y apenas jurado el vomicidio
cientos de pájaros azules
se estrellaron contra tu ventana
y tú como si nada
te fumaste todos y cada uno
de los odiosos unicornios de tu locura
tu fe
es mi desesperanza
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