El animal que llora, ése estuvo en
tu alma antes de ser amarillo;
el animal que lame las heridas
blancas,
ése está ciego en la misericordia;
el que duerme en la luz y es miserable,
ése agoniza en el
relámpago.
La mujer cuyo corazón es azul y te alimenta sin descanso,
ésa es tu madre dentro de la ira;
la mujer que no olvida y
está desnuda en el silencio,
ésa fue música en tus ojos.
Vértigo en la quietud: en los
espejos entran sustancias
corporales y arden palomas. Tú dibujas juicios y tempestades
y
lamentos.
Así es la luz de la
vejez, así
la aparición de las
heridas blancas.
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