harto de pueblo, mucho
de sed, camino jorobado
por la calle París y en el suelo
hay placas de metal
convertidas en sangre congelada
congrio funerario
alacena repoblada por moscas verdes
trucos animados
por un mago nonato del desquicio
murga demente del baile y del coito roto
escupitajo
tu cadena encadena
mis rostros vanos
no te vayas a dormir sobre los maíces
el hombre oveja acecha satánico
a los niños curiosos que andan por ahí
restrégame los pésames en la clavícula seminal de mi desesperación, hazme el obituario de mi heavy metal arrociano, lubríacame la muerte, que vivo!, no lo entiendes, cierto?, así tan limitada dentro de lo que te amo, escurro muy murciélago ante tus meridianos bolcheviques, porque soy yo el aceite y tú la lápida manchada de un menstrual avión ardiendo en su propia gasolina.
creo
en ti
por eso
te sigo
y te maldigo
Ignacio, muchas gracias por considerarme en el flujo adverso de la vida.
ResponderEliminarMil abrazos.
El flujo poético como adverso.
ResponderEliminarUn abrazo.