No dilapides el tiempo cultivando florestas vacías. No ofendas tus sueños con excusas vanas para no perseguirlos. No evites la magnificencia de una aurora o de una lluvia clara o el aroma de esa flor que te cautiva. No congeles tu sangre en manos de la rutina. No dejes de ser tuerto: es bueno tener un ojo en la cotidianeidad y el otro en el infinito. No olvides que quien sufre pudo haber sido tu mismo. No dudes en extender tus manos: no hay sociedades justas cuando su pilar es el egoísmo. No dejes de remar remar y remar no hay nada más valioso que la perseverancia para lograr tu cometido. No escatimes esfuerzos para Ser quien deseas Ser, no hay disfraz que no conduzca al abismo. No seas juez en el llano, el yerro golpea todos los destinos. No cultives temores no valen la pena, los cuervos existen y han existido tan sólo cuídate y batalla sus sombras tanto como sus latidos. No dudes en desmantelar la apariencia en la profundidad hay otros ríos. No relegues la sed del conocimiento, es una sed perenne que se mitiga todos los días. No dejes de amar jamás aún cuando creas que todo está perdido, el amor siempre escúchalo bien siempre es un buen destino. Por último nunca olvides que lo más valioso es lo que has construido dentro de ti mismo Del libro Sol de otoño/Sole d'autunno. 2010
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