Vuela el mar.
El dolor se oculta entre la arena y los lirios
y en un tenue sonido a madera perdida.
Una torre vigila el compás y cadencia.
Frente al sol,
la herida de mis ojos se transforma en labios,
y asi puedo besar con amplias magnitudes,
las perezosas olas
que tiemblan como faunos,
y sangran sobre su base mística.
Puedo también entregarme al viento,
que me acuna en los altos
como mano gentil y poderosa,
como dueño escondido
que controla mis alas,
imaginadas sólo
frente a la espuma cálida
de esta vieja ciudad.
y en un tenue sonido a madera perdida.
Una torre vigila el compás y cadencia.
Frente al sol,
la herida de mis ojos se transforma en labios,
y asi puedo besar con amplias magnitudes,
las perezosas olas
que tiemblan como faunos,
y sangran sobre su base mística.
Puedo también entregarme al viento,
que me acuna en los altos
como mano gentil y poderosa,
como dueño escondido
que controla mis alas,
imaginadas sólo
frente a la espuma cálida
de esta vieja ciudad.
Sorprendentes imágenes de gran fineza, gracias por tanto disfrute:Susana Rodrigues Tuegols
ResponderEliminarGracias Susana te agradezco tu valoración de este poema.
ResponderEliminarEn medio del bosque me siento y abro los brazos. Siento a mi lado un tigre. Me alerto. Se ha ido.
ResponderEliminarAbrz.
Gracias Roberto.Me alegra mucho sentirte en persona en este espacio,donde tu poesía es uno de los zenits.Vibro en ella.
ResponderEliminarMi mejor abrazo querido amigo